El educador ha de verse como guía
y mediador para facilitar la construcción de aprendizajes significativos,
activando los conocimientos previos, estableciendo relaciones con las
experiencias previas y usando la memorización comprensiva.
El educador debe proporcionar
oportunidades para poner en práctica los nuevos aprendizajes. Hay que
proporcionar al alumnado actividades que permitan plantear y solucionar
problemas, buscando, seleccionando y procesando la información necesaria,
acercando a los alumnos al método científico.
Los contenidos se deben presentar
con una estructura coherente, facilitando la integración en la estructura
lógica propuesta por el profesor de los datos encontrados por los alumnos.
El educador debe ajustar la ayuda
pedagógica a las diferentes necesidades del alumnado y facilitar métodos y
recursos variados que permitan dar respuesta a sus diversas motivaciones,
intereses y capacidades. Para atender las diversas capacidades no se
abandonaran enseñanzas, debiendo adaptar todo lo necesario para lograr alcanzar
los conocimientos, las destrezas y los valores que se consideran mínimos. Por
ello se debe potenciar la diversidad metodológica y buscar el equilibrio entre
el trabajo personal y el cooperativo.
La evaluación es un proceso que
el educador debe llevar a cabo de forma continua y personalizada, ya que la
información que suministra la evaluación debe servir como punto de referencia
para la actuación pedagógica individualizada.
Hay que favorecer las
aportaciones y sugerencias de los alumnos y sus inquietudes investigadoras de
forma que repercutan de manera positiva en su proceso de aprendizaje. El
docente debe procurar crear un ambiente de trabajo que favorezca la
espontaneidad del alumno y el desarrollo de su interés por aprender.
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